Desandará mi soledad irremediable
los irrefutables cauces del recuerdo
Y entre encajes diáfanos vuelvo
a mi pacto con la muerte y con la vida,
tan solemne en mi carne detenida.
Porque inexhaustos ojos, los ojos míos
trizan los paisajes calmos y cautivos
cual venablo sutil y envenenado...
Y las risas humanas rasgan mi ventana
Y se ahican en mi postrer mañana
Cuánta frontera prohibida y deseada
traspasa los encajes de mi mañana...
Los vivos se alejan,los muertos cantan
Sensitiva y fervorosa el alma calla
La herida redime,renace la nueva palabra
Incorporado y erguido pasa el orgullo
Tras los encajes,nada mío,nada tuyo
El alma huyó con sus corceles de alegría
tras los nardos de la memoria encendida
La palabra será una niña recién nacida.
1 comentario:
La herida redime, renace la nueva palabra.
Al menos queda la palabra, y con ella y en ella, todo.
Un beso
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